Las pinturas de esta serie se muestran como una celebración, como un encuentro que no pretende ser ni siquiera una meditación, sino más bien un feliz hallazgo, una aventura pictórica, matérica, hacia las formas que se ocultan en el interior de los papeles superpuestos, de los colores, de los trazos rápidos pero firmes. Estos cuadros rezuman libertad por los cuatro costados, se adentran en la oscuridad de la materia, donde los límites son una ensoñación y la superficie plana una quimera. Sobre papel o sobre tela, la pintura inventa una realidad oscura y luminosa a la vez, entra en contradicción consigo misma, y todo para hallar el pálpito de la esencia real, de la primera aparición. (Vicente Valero)