Artista de contrastes, aunque necesita la introspección y la soledad para pintar, Antonio Villanueva es una persona eminentemente social que necesita desesperadamente del enriquecedor contacto con gentes de las más diversas procedencias e intereses. Amigo de sus (incontables) amigos, amante del jaleo y del colorido, encuentra inspiración en las abarrotadas calles y plazas de ciudades por las que se mueve como pez en el agua, como Nueva York, Viena, Madrid, París o Ibiza.